AMANECÍ TEMPRANO



Amanecí temprano. El insomnio ya era una parte constante de mi nueva vida. El graznido de las gaviotas también. No sabes si se están riendo descaradamente o simplemente es un ruido que hacen que implica puro fastidio. Llovía. Era invierno. Diluviaba más bien. No podía evitar la rutina de acercarme a tomar el café en la esquina de la calle, a dos metros del trabajo. Hoy sería mi último día. Ya no aguantaba más tiempo en aquel cuchitril llamado empresa. Me habían dado la oportunidad para empezar. Pero claro, para empezar a hundirme. Las condiciones eran claramente de explotación. Así que fui directa ese día a terminar una época de mi vida. A enfrentarme con otra que me apartaría de la aparente rutina. Tenía ganas de cosas nuevas.
De camino a la oficina, me detuve ante un cristal, un pequeño parque de juegos infantiles, con niños disfrutando en cada uno de los toboganes.
Era otra pequeña frustración, mi imposibilidad para tener hijos también había hecho mella en mí. En algún momento siempre anhelé poder formar parte de la vida de una nueva persona de manera propia.
Sin embargo, ese don de la vida no estaba reservado para mí. Como muchas otras cosas, se trataba de obstáculos que hacían que mis planteamientos vitales nunca fueran constantes. La adopción, los vientres de alquiler o cualquier otra cosa, tampoco tendría sentido para mí, sin un verdadero padre. Otro punto a tener cuenta para afrontar la tan ansiada familia.
Pues allí estaba yo, pegada tras un cristal, tal cual reflejo de mi vida. Se ve pero no se toca. Todo lo deseable, pero separado por una capa de fino cristal, que impide que esos sueños se realicen. Me paré en seco, pensando que lo siguiente sería quedarme sin trabajo. Iba convencida a dejarlo.
Pero entonces mi bucle vital y mi cabeza empezaron de nuevo. Tenía que aferrarme a algo, tenía todavía o necesitaba algún anclaje al mundo, para no darlo todo por desperdiciado. Algo que me mantuviera sujeta a tierra, por si algo nuevo y bueno pasaba. Fue un día mas. Me acosté. Amanecí temprano. El insomnio ya era una parte constante de mi vida.


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